La semana pasada una de mis hijas medianas, que está en medio de sus exámenes de evaluación, se despertó con una pesadilla. Soñaba que en el examen de Historia no se sabía lo que le preguntaban. Agitada, se levantó de la cama y se puso a repasar por si acaso.
Decía Séneca y sus seguidores estoicos que para mantener una mente virtuosa, era necesario practicar la visualización negativa: Imaginar lo peor que te puede pasar para estar preparados en caso de que ciertos privilegios y placeres desaparezcan de nuestra vida. Si nos hemos acostumbrado a que al girar el grifo del agua de la ducha por la mañana salga caliente, el día que no ocurra sentiremos una gran frustración. Por ello es bueno de vez en cuanto imaginar esos eventos negativos, pero sin preocuparnos por ellos. Si no cae agua caliente, alguna alternativa habrá… (ducharse en el gimnasio, calentar agua en una sopera, ducharse más tarde…)
Esa vivencia mental negativa nos permitirá afrontar las adversidades con más normalidad y con alegría. Ser una persona alegre es hoy en día un reto educativo y personal. Evidentemente es una alegría noble, profunda, no una mera carcajada. En latín, alegría se dice laetitia, y de ahí se deriva el término lato, de latir. La alegría nos ensancha el ánimo, nos hace latir ante la vida. La angustia, por el contrario, reduce nuestra capacidad vital.
Así que… ¡ojala tengas muchas pesadillas este fin de semana!