Este próximo domingo, 14 de febrero, celebraremos la fiesta de San Valentín, el día de los enamorados. En estos tiempos que alguien ha calificado de desamor, no está mal dedicar unas líneas a hablar precisamente de eso: del amor.
¿Te imaginas que este domingo a tu pareja le dieras un regalo y no te diera las gracias? Imagino que te sentirías contrariado. Seguramente te enfadarías y pensarías que nunca más le volverás a regalar algo.
El regalo no siempre ha de ser algo material. Es más, ese es el regalo menos importante. El mejor regalo que podemos hacer a quien realmente queremos es cuidarle. Fíjate: No es una casa enorme la que acoge. No es un coche bueno el que lleva cariño. No es la ropa de marca la que viste una sonrisa sincera al ver al otro feliz. No es una cama de lujo la responsable de la comodidad de acostarse sobre el calor de un pecho que absorbe las lágrimas.
Cuidar al otro es pensar en satisfacer sus necesidades. El cuidado es la energía que hace que el corazón lata con fuerza. ¡Que jamás acabe el cuidado por quienes amamos aunque falten los bienes materiales! Antes de cuestionar cómo está el otro ponte a cuidarle incluso sin que te lo pida. Porque el amor es servicial. Pequeños gestos y atenciones son los que marcan la diferencia y demuestran que amar es cuidar.
La vida es igual que el amor y que los regalos. Con el fin de que puedas seguir recibiendo más regalos –atrayendo cosas buenas a tu vida- has de agradecer y valorar de verdad lo que ya tienes.
¡Feliz día de los enamorados!
(por cierto, el lunes 15 es San Faustino, patrón de los solteros 😉)