El fin de semana pasado me quedé solo en casa con mis hijas mayores. Mi esposa se fue con la pequeña Inés a una convivencia con otras madres del colegio a un pequeño pueblo de Huesca. En la cena del viernes, mis hijas más mayores se quejaban de que las adolescentes podían hacer cosas que ellas a su edad no hacían.
En la vida, personal y profesional, a medida que envejeces empiezas a ver lo que es importante y lo que no. Por ejemplo, se hace más fácil el contemplar y el disfrutar de los hijos, o del equipo de gente a tu cargo. Si van de cabeza a estrellarse contra un muro, aprendes a advertirles; pero luego te apartas a un lado, en lugar de correr a impedirlo.
– ¿Por qué mis hermanas pequeñas no tienen que hacer todas las cosas que yo tuve que hacer?
– Porque tus padres aprendimos que algunas de las cosas que a ti te pedíamos que hicieras en realidad no eran importantes.
La vida ofrece muchas oportunidades para que diferenciemos entre lo que es verdaderamente importante y lo que es simplemente el intento de controlar unas circunstancias que, en definitiva, están más allá de nuestro control.
Ahora que vienen los días de descanso por la Semana Santa anímate a pensar en todas esas cosas que estás haciendo con los tuyos (tu pareja, tus hijos, tu equipo, tus amigos…) que el día de mañana seguro que no son importantes, y anímate a dejar de hacerlas. Seguro que pronto te sorprende que no pase nada, que todos serán capaces de asumir su responsabilidad y que tú, además, ganarás en paz interior.
¡Felices Pascuas!