En Edelweiss Executive Search, la pequeña boutique de headhunting de la que soy socio, estamos buscando un Director Financiero para una empresa en Zaragoza. Estos días hemos hecho algunas entrevistas. Una candidata nos contó que había dejado la compañía en la que estaba por ‘graves desavenencias morales’ con el resto del equipo directivo.
Tras escucharle le conté el experimento de Milgram, que no conocía. En 1961 en una Universidad norteamericana se seleccionaron una serie de voluntarios para que aplicaran una descarga eléctrica cada vez más intensa a otros voluntarios, situados en una habitación contigua, cada vez que fallaban a una pregunta. Quienes recibían la descarga en realidad eran actores, que respondían a cada descarga (simulada) con grandes gritos. El director del experimento ordenaba enérgicamente continuar diciendo que todo era legal, que no habría ninguna represalia y que al final del experimento recibirían la recompensa prometida. Cerca del 60% de los participantes siguió con las órdenes hasta llegar a una (supuesta) descarga letal.
Aunque un 60% es un porcentaje muy alto –similar al que se ha obtenido en otras réplicas del experimento- me quiero fijar en el 40% de los voluntarios que se negó a seguir porque su conciencia no se lo permitía y porque tuvieron el suficiente coraje para decir que no. Es posible que algunos del 60% se dieran cuenta que no estaba bien aplicar esas descargas a seres inocentes e indefensos. Pero les faltó coraje para negarse a continuar.
Todos tenemos cierta capacidad para reconocer aspectos morales y para motivarnos a actuar bien, aunque tales capacidades pueden estar más o menos desarrolladas. Para lograr un equipo ético, estos componentes del comportamiento moral deberían ser tenidos en cuenta en los procesos de selección y promoción del personal.
El comportamiento moral depende de cada persona, pero el entorno influye tanto más cuanto menor sea la madurez moral de quienes conforman la compañía. La conciencia moral no desaparece al entrar en una empresa, pero algunas prácticas empresariales pueden aletargarla, reformarla o impulsarla: el modo de ejercer el poder, el liderazgo, los incentivos, la evaluación del desempeño y la cultura que se fomente. Las normas de cumplimiento, los códigos de conducta, los procedimientos de redención de cuentas… también pueden ayudar.
Así que por si acaso, sé valiente. Si oyes silbar a tu Pepito Grillo interior, sal de allí. Será una excelente decisión.