La semana pasada fui jurado de un programa de proyectos de emprendimiento que organizaba una Universidad en el País Vasco. Durante un día entero escuchamos, comprendimos y valoramos las ideas de negocio –casi todas con base tecnológica- que presentaron varios grupos de estudiantes.
Desde el primer proyecto uno de los miembros del jurado fue especialmente duro con sus preguntas a los estudiantes. El ‘¿y si vuelve a haber otra pandemia?’ fue su coletilla en todas las presentaciones. Por supuesto que la habrá, no sabemos cuándo, pero siguiendo su teoría, por miedo a una nueva Guerra Mundial, desde 1946 no hubiera nacido ningún negocio.
Mientras aquel jurado trataba de ‘destrozar’ una vez más la ilusión de un grupo de alumnas, me acordé de una historia que me contó un amigo que trabaja en una naviera.
Cuentan que un Capitán de la Marina Mercante se presentó a una entrevista de trabajo en una compañía naviera. El director le explicó que su trabajo era muy peligroso y de alta responsabilidad, porque el mar es a veces imprevisible.
– Si se encuentra en medio de una tormenta, ¿qué haría?
– Ningún problema. Todos los barcos tienen un mecanismo de defensa con enormes pesas y lastres para mantenerlo a flote incluso en medio de una gran tormenta -. Respondió el candidato.
– ¿Y si viene otra gran tormenta?
– Sin problema, bajaría más lastre
– ¿Y si viene una tercera tormenta?
– Ningún problema, más lastre
Entonces el director le preguntó: ¿Y de dónde sacaría todo ese lastre?
Y el candidato le respondió: ¿Y de dónde saca usted todas estas tormentas?
No cabe duda que tener planes de contingencia, distintas alternativas, vías de escape y distintos escenarios (desde muy optimistas a muy pesimistas) es importante a la hora de afrontar cualquier proyecto personal (empezar una relación de pareja, tener un hijo…) o profesional (un nuevo negocio, un cambio de trabajo…). Pero debemos afrontar nuestra vida bajo escenarios de normalidad. Ponernos en el lado más oscuro y pesimista de la vida no nos aporta nada más que bloqueo y rendición.
¿Qué harías tú si te encontraras al mando de un barco con mar en calma y cielo despejado?