El fin de semana pasado fui al monte con unos amigos. Como las restricciones de movilidad nos impedían salir de Navarra, subimos Larrún: un monte que hace frontera entre España y Francia en el extremo más occidental de Navarra. Desde la cima las vistas de las Landas francesas, del Océano Atlántico, de la costa guipuzcoana… eran impresionantes y pudimos disfrutarlas sin incumplir la normativa. El primer tramo de la ascensión discurre por un precioso y tupido hayedo. Un poco más arriba la vegetación escasea y apenas encontramos matorrales, helechos, bojs y mucho praderío. Normalmente el viento sopla demasiado fuerte en esa zona y resulta difícil que los árboles aguanten sus embestidas.
Esa diferencia de vegetación me hizo pensar que en cómo crecemos como árboles en nuestra vida. Qué raíces tenemos y qué ramas nos crecen.
Si pasamos nuestro tiempo volcados en la acción y no nos detenemos nunca a buscar el conocimiento, nuestro árbol de la vida tendrá muchas ramas, pero carecerá de raíces. Y sin raíces, en cuanto soplen fuertes los vientos de la vida, caeremos al suelo y rodaremos por la ladera. Por otro lado, si nos pasamos la vida acumulando conocimientos, pero nunca los ponemos en acción, seremos un árbol con muchas raíces pero sin ramas, y sin ramas… ¿cómo nos moveremos ante los vientos del destino?
Conviene pues que nuestro árbol de la vida tenga tanto conocimiento como acciones. Que por mucha actividad que llenen nuestros días seamos capaces de guardar un tiempo para cultivar nuestro conocimiento. Entonces nuestras ramas se extenderán, y nuestras profundas raíces nos darán soporte y sustento. Seremos capaces de sobrevivir a las tempestades y a las sequías que la vida nos presente.
¿Que resulta cansado tener que trabajar en ambos campos, el del conocimiento y el de la acción? ¡Claro!. Pero todos sabemos –piensa la última vez que hiciste cima en una montaña- que casi siempre que hemos estado felices, estábamos cansados. Esos instantes de felicidad, normalmente breves, son, sin embargo, los que dan sentido a la vida.
Así que si te sientes cansado ¡ánimo! Es que estás cerca de llegar a la cima donde serás feliz.