Parece que en España el confinamiento está empezando a terminar y que a lo largo del próximo mes de junio volveremos a una relativa normalidad en la que podremos volver a viajar, a encontrarnos, a vender, a compartir, ¡a vivir! como hacíamos hasta mediados de marzo.
En una e-tertulia que mantuve el otro día con unos colegas, alguien del público, que adiviné joven por la imagen –pequeñita- que devolvía mi pantalla, me preguntó por cómo encontrar el sentido a esta vida que a veces parece dura, vacía y misteriosa.
Me vino a la cabeza una imagen que vi en algún periódico con cientos de surfistas que habían abarrotado la playa de las Canteras en Las Palmas de Gran Canaria el primer día que se permitió salir a hacer deporte. Los surfistas se ponen el neopreno, entran en el mar, se suben a la tabla y allí esperan horas y horas el devenir de las olas en su indescifrable cadencia. Nunca he hecho surf pero supongo que el frío, la humedad y el paso del tiempo irán haciendo mella y más de alguno tendrá ganas de volverse a casa a secarse y tomar algo caliente. En la vida ocurre igual: vamos caminando, buscando, y de tanto buscar acabamos pensando que nuestra existencia no tiene mucho sentido.
Los que aguantan en el agua pueden ver al otro lado de la bahía una ola formidable para ser cabalgada, pero saben que está demasiado lejos y que no la podrán alcanzar. A otro le llegará cerca y la disfrutará. Igual que en la vida. De pronto descubrimos a alguien que ha encontrado el sentido de la suya… y llegamos a pensar que ni siquiera estamos en el mismo mar.
Pasan los días, los sube y baja de las olas, los errores y fracasos, las gaviotas lanzándose hacia la orilla… Y de pronto el milagro acontece y podemos surfear las olas de la vida.
Y entonces todo tiene sentido. Pero otros, dentro del mar siguen esperando su ola. Nadie surfeará si se queda mirando el mar desde el malecón o sentado en la arena de la orilla. Así que aunque haga frío, el mar plano parezca aburrido y la humedad flote en el ambiente, ponte el neopreno, carga tu tabla, ¡y al agua…!
¿Ya viene tu ola?