Estos últimos días estoy atendiendo a muchos periodistas que me llaman para tratar de transmitir a sus oyentes algo de espíritu positivo tras el tormentón sanitario de las últimas semanas y tras los nubarrones económicos que se atisban, no ya en el horizonte, sino aquí mismo.
En un concurso de pintura rápida un joven se acercó a un experimentado pintor y le dijo:
– Oiga, amigo, ¿qué le resulta más difícil de pintar?
– Perros, caballos, personas… eso sin duda es lo más complicado.
– ¿Y lo más fácil?
– Fantasmas, espectros, monstruos y criaturas imaginarias. Porque todo el mundo conoce a los perros, a los caballos o a los humanos, así que no resulta sencillo pintarlos con toda fidelidad. Pero en cuanto a los fantasmas, monstruos y demás, como nadie los ha visto, resulta sencillo plasmarlos en el lienzo.
Muchas veces nos resulta más fácil extraviarnos en ensoñaciones e imaginaciones, que vivir la vida como es. Preferimos retirarnos al ámbito de las fantasías y no esperar a ver cómo vienen las cosas y estar preparados para bregar con ellas como son. Pero el camino de la felicidad pasa por saber confrontar las situaciones que la vida nos depara y que no todas, ni mucho menos, son previsibles; como este virus que ha arrasado el mundo entero. Las circunstancias, agradables o desagradables, nos brindan la ocasión de explorar nuestras reacciones y conocernos mejor, además de hacernos ejercitar todo nuestro potencial para encontrar la manera de hacerles frente. Como la vida es dinámica, muchas veces, como en estos días, hay que reaccionar en la urgencia del momento.
Pocas veces podremos cambiar la vida, así que tendremos que cambiar nuestras respuestas ante los sucesos y aprender a movernos en medio de los problemas que tarde o temprano se presentarán… como acaban de presentarse hace apenas 60 días.
Vayamos preparando todas nuestras herramientas para afrontar lo que quiera que venga envuelto en esas nubes de ahí delante. Ni es la primera tormenta que nos viene, ni será la última. ¡Ánimo, que con esta también podremos!