Días complicados en España y en medio mundo por culpa del Coronavirus. No está nada claro dónde puede terminar acabando esta historia, pero parece claro que la histeria se ha instalado en demasiados sitios. En estos momentos, como en ningún otro, es necesario encontrar paz y sosiego.
Había una vez un Rey que ofreció un gran premio al artista que pudiera captar en una pintura la paz perfecta. Muchos artistas lo intentaron. El Rey admiró y observó todas las pinturas, pero sólo hubo dos que a él realmente le gustaron y tuvo que escoger entre ellas.
La primera era un lago muy tranquilo, un espejo perfecto donde se reflejaban las plácidas montañas que lo rodeaban. Sobre estas se encontraba un cielo muy azul con tenues nubes blancas. Todos los que miraron esa pintura pensaron que reflejaba la paz perfecta.
La segunda pintura también tenía montañas, pero estas eran escabrosas y descubiertas. Sobre ellas había un cielo furioso del cual brotaba un impetuoso aguacero con rayos y truenos. Montaña abajo aparecía el retumbar de un espumoso torrente de agua.
Todo esto no se revelaba para nada pacífico, pero cuando el rey observó con cuidado, vio tras la cascada un delicado arbusto creciendo en una grieta de la roca. En este arbusto se encontraba un nido. Allí, en el rugir de la violenta caída de agua, sentado plácidamente en su nido había un pajarillo.
El rey escogió esta segunda pintura porque paz no significa estar en un lugar sin ruidos, sin problemas, sin trabajo duro, ni dolor, sin incertidumbres ni amenazas. Paz significa que pese a todas estas cosas, permanezcamos calmados en nuestro corazón.
¡Que pase pronto la epidemia!