Una semana complicada con un viaje a América de apenas unas horas, mientras en España los jóvenes de 18 años terminaban el colegio con la temida “Selectividad”. Después de tantos meses de estudio puede resultar complicado mantener la motivación y la ilusión para seguir estudiando hasta el último día. Más cuando uno puede pensar que va sobrado. Esa misma sensación se puede tener en la pareja, en el trabajo, con los proyectos personales…
Cuentan los clásicos que un anciano cortó en ocasión más leña de lo habitual, la ató en un fardo, se la cargó al hombro y emprendió con ella un largo camino. Horas con la pesada carga a la espalda comenzaron a agotarle. Exhausto se detuvo, soltó la carga y llamó a la muerte. Esta apareció al instante con su guadaña y su capa negra y le preguntó por qué le había llamado. El anciano contestó: “Para que me coloques de nuevo la carga encima”.
Por un instante el anciano había perdido la esperanza y la fuerza. Y pensó que aquel era el momento de poner punto final a su esfuerzo. Terminar con su proyecto. Pero de pronto, un hilo de ilusión, de optimismo, de “puedo un poco más” brotó en su interior.
Mientras haya tiempo, hay posibilidad de perdonar, de aprender, de cambiar, de mejorar, de que el sufrimiento pare, de que la injusticia se detenga, de que las nubes se disipen… Nunca sabremos si las cosas van a seguir siendo agotadoras o complicadas, o si en medio de la tormenta, saldrá el sol. Por eso, lo natural, lo normal es ser optimista, y esperar con objetiva esperanza que las cosas pueden ir mejor.
¡No sueltes tu leña y sigue caminando!