Hace un par de meses que estoy trabajando en un proyecto empresarial que, si termina de cuajar (¡qué mejor momento que un verano para madurar!), me permitirá poner en práctica en un escenario real muchas de las cosas que por aquí os voy contando.
Si nos pasamos la vida acumulando muchos conocimientos, pero no los ponemos en acción, seremos como un árbol con muchas raíces pero sin ramas. Y sin ramas, ¿cómo nos moveremos y nos equilibraremos para responder ante los vientos de la vida?
Por el contrario, si nos pasamos la vida haciendo cosas y no nos detenemos nunca a buscar el conocimiento y la sabiduría, nuestro árbol carecerá de raíces y cualquier viento nos derribará.
Conviene por tanto que nuestro árbol de la vida tenga tanta sabiduría como acciones. Entonces, nuestras ramas se extenderán llegando lejos y nuestras profundas raíces nos darán soporte y sustento. Seremos capaces de sobrevivir a las tempestades y a las sequías que seguro encontraremos en la vida.
¿Es firme y florido el árbol de tu vida? ¿O necesita más raíces o brotes de nuevas ramas?